Aún le quedan lágrimas que derramar…
Aún le queda rabia…
Aún le queda la impotencia…
Aún le queda la Esperanza…
Esta es doña Elia
Su rostro café oscuro como el de sus ancestros indígenas, denota el sufrimiento que sólo una madre puede sentir día con día ante la ausencia de una parte de su corazón…
Su rostro marchito por el constante enjugue de lágrimas que recorren un camino marcado por el dolor, hasta perderse en sus comisuras… Tal vez para reiniciar ese peregrinar incesante de amargura
Esa mirada perdida, ausente y a la vez atenta de todo lo que acontece a su alrededor sin perder detalle, con lagrimas a punto de aflorar…
Ojos café obscuro como su piel, que revelan sus raíces ,su origen, pero enrojecidos por la constante inundación de sollozos
Por momentos pareciera perderse en el recuerdo, como buscando entre la gente a su vástago, a su primogénito, para segundos después regresar a su realidad. A su impotencia… A su rabia
Sus labios gruesos padecen la sequía…Le falta del líquido vital…Su hijo
Sus oídos atentos a todo lo que se dice a su alrededor. Pero en cuanto escucha el abuso del poder, su rostro se transforma…Se endurece. Sus manos se crispan para cubrir sus ojos y deja caer la cabeza para seguir ocultando lágrimas que destrozan su corazón…Su rebozo sirve de pañuelo que humedecido deja al descubierto la tristeza y nostalgia
A doña Elia aún le quedan lágrimas…
A doña Elia aún le queda rabia…
A doña Elia aún le queda impotencia…
A doña Elia aún le queda… Esperanza