Irene nunca se imagina que viviría los veinte minutos “más terroríficos” de su vida ante el abuso del poder gubernamental.
Su vida transcurría en aparente calma .Una mañana como cualquiera, baño, desayuno, llevar a los hijos a las escuela y llegar al Campamento de Ayuno Indefinido, instalado en el zócalo en apoyo a Enedina Rosas Vélez, presidenta del comisariado ejidal de San Felipe Xonacayucan- quien cumple sentencia de arraigo domiciliario, acusada por el gobierno del estado de obstaculizar la instalación del “Gasoducto Morelos”
Medio día, sol quemante, plaza principal atiborrada de parroquianos que escuchaban las melodías de un grupo musical, parejas, ancianos, niños, vendedores; todo un mosaico popular.
Irene sube los dos escalones del zócalo del lado norte.
Sus pasos se dirigen hacia su «Destino».
No avanza ni tres metros cuando a su espalda, a una distancia corta escucha una voz femenina
«Esa es, esa es».
La indicación va dirigida a dos uniformados que acompañan a la servidora pública.
-Irene voltea, no percibe nada anormal
-Continúa su camino
A escasos metros de su campamento vuelve a escuchar la misma frase: «Esa es, ¡Deténganla!»
El terror se apodera de Irene – sabe que la consigna es para ella –
Voltea, mira, su rostro se transforma
Dos pasos más y es detenida por la fémina vial y los elementos de seguridad
-Te agarramos
En el acto es esposada y llevada a la unidad policial, que exprofeso estaba en el lugar indicado para trasladar a Irene ¿dónde? -nadie supo decir -.
-El llanto inundó su faz.
¿Dónde me llevan, qué hice, me detienen por oponerme al abuso de poder?– gritaba Irene;
terror, angustia, miedo, reflejaba su semblante.
Por su mente pasaría de todo
Sus hijos…
Su madre…
Su familia…
Su impotencia…
Tal vez un ¿ya me llevo la chingada como a los de Chalchihuapan y Cholula?
Fueron veinte minutos de angustia, de miedo
Los veinte minutos más terroríficos de su vida…