Ancianos cansados de pedir justicia emprenden su largo trayecto del zócalo capitalino a la Procuraduría General de Justicia (PGJ) -20 calles, tal vez un kilómetro y medio.
Adultos con andaduras, bastones, enfermos, apoyándose unos a otros, tomados de las manos, de los brazos, de lo que alcancen para no perder el equilibrio.
Veinte calles los separan de la justicia, veinte calles de horror vehicular, que al paso del gran contingente conductores en su desesperada fuga ,más de una vez intentan arroyar a los más de 500 ancianos defraudados por Casas de Ahorros que funcionaron al amparo de los gobiernos estatales.
Tristeza, lágrimas, impotencia, gritos ahogados por el claxoneo constante. Gritos callados por el aullar de los pitos viales que intentan ordenar el caos vial .Gritos de justicia, gritos de exigencia, gritos de dolor.
Una sola patrulla escolta a los embravecidos adultos que sacan fuerzas de sus débiles cuerpos acabados por el tiempo, acabados por el sufrimiento, acabados por la injusticia gubernamental.
“Moreno Valle dijiste que ayudarías a los ancianos y te escondes»…-piii, piiiii, piiiii, el silbato de un policía silencia el reclamo-.
La multitud de “senectos” por fin llega a la dependencia encargada de procurar justicia en el estado.
Ooooh, está cerrada – casi al unísono exclaman los presentes – el portón de gruesos barrotes adornado con una gran cadena unida por un enorme candado impide el paso a los defraudados a la instancia oficial -.
Doña María Cristina -ex trabajadora de la UDLAP- rompe en llanto- 590 mil pesos le arrebataron en un abrir y cerrar de ojos-.
“Fueron los ahorros de toda mi juventud”- hoy con los años acuestas y apoyándose en una andadura para caminar -seca sus lágrimas y exclama:
“Esto es una injusticia he recorrido el gobierno, he recorrido varias casas, fui a parar a Derechos Humanos y siempre me dieron la misma respuesta, que no quieren, que no pueden”.
La rabia y llanto ahogan sus palabras y hace un paréntesis -se vuelve a enjugar las lagrimas que recorre sin cesar el rostro enrojecido por el sofocante calor quemante de invierno y retoma su impotencia ante la injusticia de un gobierno que se niega a resolver la situación de los defraudados.
“Hable con la esposa del presidente Gali cuando estuvo en la radio y se comprometió a apoyarnos dijo que fuéramos a verla”.
La desesperación de una anciana que solo intenta recuperar su patrimonio se refleja ante el rechazo de la primera dama municipal.
“Yo fui a verla y le expuse mi caso llorando hace aproximadamente dos meses y ella estaba ahí y no nos quiso atender” -.De fondo los reclamos por un altavoz que denuncian los atropellos que padecen en las dependencias oficiales –
Las manos de doña Cristina cubren su rostro ocultado el sufrimiento emanado por sus ojos cansados y enrojecidos.
“Ya no me queda mucho tiempo” – el llanto nuevamente se hizo presente –“han sido cinco años de pasar hambres, de suplicar al gobierno, de aceptar la misericordia de los vecinos. Cinco años de impotencia” – mas lagrimas brotaron –“Cinco de esperar justicia”.
-Ayúdame a bajar “joven” ya mis piernas y mi columna no responden, he tenido varios accidentes -baja un pie en cuyo zapato se puede apreciar un aumento que sirve de nivelación a su cansada fisonomía.
“Agarre fuerte la andadera”-súplica -baja el otro pie, se aferra a su aparato ortopédico -.
“Ya estoy cansada, ha sido un largo trayecto, tal vez no aguante la…”y se pierde con en su andar lento entre la multitud defraudada.