“Sólo salí de mi casa, era un 24 de diciembre tendría unos 15 años, mi mamá reprochaba hasta la comida, me encontré a la banda en la esquina y ahí empezó todo, drogas y alcohol”.
-Casi a gritos Rubén, da su testimonio del ingreso al desolado mundo de las adicciones, durante la escenificación de la obra «Una noche de Navidad en el anexo”.
Yissel Ararat Méndez -directora de la puesta en escena y estudiante de Artes Plásticas en la Universidad del Arte (Unarte) – señala que la intención de sacar a los jóvenes en recuperación de las adicciones al concurrido Barrio del Artista, es con la finalidad de que la sociedad conozca a lo que se enfrentan quienes caen en «las garra de la drogadicción».
Seis jóvenes que no sobrepasaran los veinte años dejan claras las vivencias personales de su paso por el mundo de fantasía- que en la mayoría de los casos son empujados por el seno familiar-.
“Hola mi nombre es Rafael y me presento en tribuna para dar testimonio de lo que es una noche sin Navidad”
-O dejas las drogas o te meto a un anexo – amenazaba mi madre-
«Po’s méteme me vale madres, cuantas veces entre, las mismas me escapo».
-No entendía, estaba embrutecido por la coca, no existía mi familia, sólo la droga-.
Yissel Ararat, va de un lugar a otro, se pierde entre la muchedumbre -atenta a los actores urbanos ingresados a un anexo para su rehabilitación -.Da indicaciones, agita las manos, lanza gritos en silencio, se acuclilla, observa.
«Aquí en el anexo también hay Navidad, cena y refresco. Te acompaña tu otra familia, la del mismo sentir, la del mismo dolor, de la misma pena; estar lejos de tus padres, de tus hermanos, estar lejos de un abrazo, eso sí que es doloroso”.
De apenas unos veinte años y ya con un primer lugar en dibujo – premio otorgado por el estado – la joven directora se nuestra nerviosa, «es la primera vez que salen los chavos a una representación , lo hemos hecho en centro de rehabilitación , pero estar afuera es otro rollo , se corre el riesgo de que se escape alguno» -y señala la dificultad de trabajar con jóvenes adictos-» ellos tienen su propio lenguaje , siempre con sonidos alargados y las características palabras altisonantes , para los adictos ese es su mundo, es su forma de expresión contra la sociedad que los rechaza».
«Queremos agradecer a los que escucharon nuestros testimonios, a nuestros familiares y que esta pequeña obra sirva de mensaje a toda la sociedad para que tome cartas en el asunto. No somos drogadictos, somos personas que merecemos una oportunidad».
La joven directora refiere que con esta experiencia de sacar a los muchachos e interactuar con la sociedad, se pretende llevar la escenificación a las colonias populares con la finalidad de concientizar a la población sobre este “cáncer que destruye a la juventud«.