Una Puebla a la que debe mirar a los ojos

El gobernador del estado Rafael Moreno Valle, pasada su fiesta de fin de año alejado de los poblanos, necesita mirar a los ojos -como en su campaña que abra los ojos- a los que gobierna.

Al iniciar este 2015 entre el desencanto y la desconfianza, deberá gobernar dejando a un lado la persecución, intolerancia, autoritarismo y hacer frente a los problemas que aquejan a una población que no sale de los últimos lugares de pobreza y que en reiteradas ocasiones es violentada en sus derechos humanos.

Moreno Valle, tiene la obligación de terminar el último tercio de su mandato sin más detenciones arbitrarias de luchadores sociales que se han opuesto a su estilo de gobierno.

El ejecutivo no puede gobernar a dos Pueblas, la de los pobres que son la mayoría y que reclama servicios sociales, más salud, educación, crear las condiciones de seguridad optimas para que se generen fuentes de trabajo, un mejor nivel de vida y la Puebla de los pocos empresarios beneficiados con obra de relumbrón, como la ciclopista con una inversión de 70 millones de pesos.

La Puebla que Rafael Moreno Valle tendrá que llevar a buen término en lo que le resta de mandato, no es un estado de partidos, ni de buenos y malos, entre agradecidos e ingratos, entre derechas e izquierdas, es una Puebla que exige un alto a la política represora y autoritaria ejecutada desde Casa Puebla.

Los poblanos en estos dos últimos años de gobierno morenovallista deberán estar más Unidos.

Más de lo que puedan imaginar los políticos mesquinos, hipócritas, ejecutores del poder.

Valle, debe saber, que en lo que resta de su mandato gobernará un estado dividido y resentido y cada día que pase encontrara mayores dificultades para llevar las riendas del estado. Tendrá ante sus ojos un pueblo que esta despertado de un largo letargo represor y le pedirá cuentas que se verán reflejadas en las urnas. Una Puebla que no estará dispuesta a aceptar más órdenes del poder en turno.

Moreno Valle tiene que abrir los ojos, los poblanos no está dispuestos a seguir tolerando arbitrariedades, la sociedad civil está cambiando más de lo que pueda aparentar superficialmente.

Puebla ha sido muy indulgente con los malandros, con los autoritarios, pero no está dispuesta a seguir siendo «víctima de la tiranía de los gobiernos».