Mensaje del Papa Francisco a Ramova y al Tony Gali
Ahora que es tiempo de Semana Santa, de recogimiento, de reflexión y de arrepentimiento para los fieles católicos, vale la pena insistir en que cada quien haga un examen de conciencia.
El Papa Francisco ha pedido reiteradamente que se haga un verdadero examen personal, a la Curia Romana, a cada cristiano, comunidad, congregación, parroquia y movimiento eclesial. Al mismo tiempo el Pontífice ha enumerado 15 enfermedades.
Lo anterior viene a cuento porque el Papa, el 22 de diciembre de 2014, con motivo de las felicitaciones navideñas, en un discurso invitó a confesar los pecados, desde la vanagloria hasta sentirse indispensable, desde el Alzheimer espiritual hasta la acumulación de dinero y poder, desde los círculos cerrados hasta el provecho mundano o al terrorismo de los chismes.
Estas enfermedades van para los religiosos y también pueden aplicarse a los políticos. Se trata de un mensaje al gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, conocido como Ramova y su fiel escudero, el cantante que cobra como alcalde de Puebla, quien se hace llamar el “Tony” Gali.
Lo anterior es porque el gobernante poblano es un diácono. El 27 de julio del año pasado, en su columna Estrictamente Personal, que se publica en muchos diarios del país, el periodista Raymundo Riva Palacio actual director de Eje Central, sin que hasta la fecha se haya desmentido, escribió:
“Rafael Moreno Valle estudió en Lycoming College, en Pennsylvania, que es una de las más antiguas y exclusivas de Estados Unidos, las licenciaturas de Economía y Ciencias Políticas y en la Universidad Anáhuac Ciencias Religiosas, que le dieron cuerpo a su nombramiento como diácono. En la Universidad de Boston estudió el doctorado de Leyes”.
Como usted sabe, según la Real Academia Española, la definición de diácono es el ministro eclesiástico y de grado segundo en dignidad, inmediato al sacerdocio.
Es decir, le atañe lo que el Papa dijo en dicho discurso: “Estas enfermedades y tentaciones son naturalmente un peligro para cada cristiano y para cada curia, comunidad, congregación, parroquia, movimiento eclesial, y pueden golpear sea a nivel individual que comunitario”.
Aquí están la lista de los males:
1.- La enfermedad de sentirse inmortal, inmune o incluso indispensable descuidando los necesarios y habituales controles. Afecta a los que se transforman en patrones y se sienten superiores a todos y no al servicio de todos. Esta deriva a menudo de la patología del poder, del Complejo de los Elegidos, del narcisismo.
2.- La enfermedad de la excesiva laboriosidad. Son los que deben descansar un poco, porque descuidar el necesario reposo lleva al estrés y a la agitación.
3.- La enfermedad de la fosilización mental y espiritual. Son los que pierden la serenidad interior, la vivacidad y la audacia y se esconden bajo los papeles, convirtiéndose en ‘máquinas de prácticas’ y no en hombres de Dios, sin la capacidad para llorar con los que lloran y alegrarse con los que se alegran.
4.- La enfermedad de la planificación excesiva y el funcionalismo. Cuando se planifica todo minuciosamente y cree que si actúa de esta manera las cosas efectivamente progresan, convirtiéndose de esta manera en un contador. Preparar todo bien es necesario, pero sin caer nunca en la tentación de querer encerrar o pilotear la libertad del Espíritu Santo.
5.- La enfermedad de la mala coordinación. Cuando se pierde la comunión entre ellos y el cuerpo pierde su armonioso funcionamiento se convierte en una orquesta que produce ruido porque sus miembros no colaboran y no viven el espíritu de comunión y de equipo.
6.- La enfermedad del Alzheimer espiritual. Una pérdida progresiva de las facultades espirituales que provoca serias discapacidades en las personas, haciendo que vivan en un estado de absoluta dependencia de sus concepciones, a menudo imaginarias.
7.- La enfermedad de la rivalidad y de la vanagloria. Cuando la apariencia, los colores de la ropa o las medallas se convierten en el primer objetivo de la vida.
8.- La enfermedad de la esquizofrenia existencial. Es la de quienes viven una doble vida, fruto de la hipocresía típica del mediocre y del progresivo vacío espiritual que licenciaturas o títulos académicos no pueden llenar.
9.- La enfermedad de los chismes, las murmuraciones y de las habladurías. Esta enfermedad, se adueña de la persona haciendo que se vuelva sembradora de cizaña y en muchos casos casi homicida a sangre fría de la fama de los propios colegas y hermanos.
10. La enfermedad de divinizar a los jefes. Los que cortejan a los superiores son víctimas del carrerismo y del oportunismo. Viven el servicio pensando únicamente en lo que deben obtener y no en lo que deben dar. Son personas mezquinas, inspiradas solamente por el propio egoísmo. Podría golpear también a los superiores cuando cortejan a algunos de sus colaboradores para obtener su sumisión, lealtad y dependencia psicológica, pero el resultado final es una verdadera complicidad.
11.- La enfermedad de la indiferencia hacia los demás. Es cuando cada uno sólo piensa en sí mismo y pierde la sinceridad y el calor de las relaciones humanas. Cuando el más experto no pone su conocimiento al servicio de los colegas menos experto, cuando por celos o por astucia siente alegría viendo al otro caer en lugar de levantarlo o animarlo.
12.- La enfermedad de la cara de funeral. Son las personas bruscas y groseras que consideran que para ser serios, es necesario llenar el rostro de melancolía, de severidad y tratar a los demás, sobre todo a los que consideran inferiores, con rigidez, dureza y arrogancia. La severidad teatral y el pesimismo estéril son a menudo síntomas de miedo y de inseguridad de sí mismo.
13.- La enfermedad de la acumulación. Es cuando se trata de llenar un vacío existencial en su corazón acumulando bienes materiales, no por necesidad, sino solo para sentirse al seguro.
14.- La enfermedad de los círculos cerrados. Es cuando la pertenencia al grupito se vuelve más fuerte de la pertenencia al Cuerpo y en algunas situaciones a Cristo mismo. Esta enfermedad también nace siempre de buenas intenciones, pero con el paso del tiempo esclaviza a los miembros convirtiéndose en un cáncer.
15.- La enfermedad del provecho mundano, del exhibicionismo. Es cuando transforma su servicio en poder y su poder en mercancía para obtener provechos mundanos o más poderes. Es la enfermedad de las personas que tratan infatigablemente de multiplicar poderes y por este objetivo son capaces de calumniar, de difamar y de desacreditar a los demás, incluso en periódicos y en revistas.
Ahí están las lecciones para los religiosos y sacerdotes y también para los políticos. Cada enfermedad pinta de cuerpo entero a todos.
Ojalá la enumeración de los males sirva para la reflexión y su corrección en estos tiempos.
En fin como escribió Luis de Góngora y Argote (España, 1561-1627) en su poema Cura que en la vecindad:
Cura que en la vecindad
vive con desenvoltura,
¿para qué le llaman cura,
si es la misma enfermedad?
Si una y otra es su comadre
de cuantas vecinas vemos,
de hoy más su nombre mudemos
de Cura en el de Compadre:
Y si le llamare Padre
algún rapaz tiernamente,
la voz de aquel inocente
misterio encierra y verdad.