El Partido del Trabajo bajo resguardo del INE.
La anémica votación que el pasado 7 de junio presentó el PT en las elecciones federales lo llevó a perder su registro, es por ello, que el Instituto Nacional Electoral ha tomado el control absoluto de este.
Sus cuentas, sus inmuebles están bajo seguridad y control de la autoridad electoral.
O lo que es lo mismo, El Instituto Nacional Electoral (INE) tomó el control financiero y de los bienes del Partido del Trabajo (PT) y –ya paso del Partido Humanista (PH) como parte de la fase preventiva de su proceso de pérdida de registro.
Es bien sabido que el próximo 8 de diciembre cumpliría 25 años de existencia el PT, el descuido de quienes lo manejaban y la ambición de comerse el pastel por muy contadas bocas hambrientas vino a dar al traste.
En los últimos 24 años el Partido del Trabajo obtuvo prerrogativas importantes, en el último año rondó por los 314 millones de pesos. Hoy se quedó Alberto Anaya: sin partido y sin el fuerte recurso destinado a sus actividades.
Cabe resaltar que la última reforma electoral de 2014 elevó porcentajes de votación del 2 al 3 por ciento como único requisito para que los partidos políticos conservaran su registro.
El pasado 7 de junio, el Partido del Trabajo alcanzó apenas un millón 134 mil 439 votos, lo que traduce en 2.84% de sufragios.
Se quedó a 37 mil votos para llegar al 3% de la votación total y en estos momentos la decisión de la pérdida de su registro está en manos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), el cual tiene hasta el 3 de agosto para definirlo.
Dicha resolución no tendrá retorno, el 7 de junio pasado fue el epíteto de uno de los partidos que fue aliado del PRI, del PAN, PRD y que nunca construyó su estructura.
Pregúntenselo a Mariano Hernández Reyes actual diputado local y a Zeferino Martínez, regidor del ayuntamiento de Puebla, 2 personajazos de la política.
Y pregunto, cómo puede subsistir un instituto político cuando tiene al frente por cerca de25 años a un solo dirigente como Alberto Anaya.
Muestras clara de que las instituciones o los partidos no son los malos, sino quien los maneja o representa.