Los inventores: estudiantes de la Maestría en Ingeniería Química de la BUAP, becarios de Conacyt, cuyo trabajo forma parte de los Proyectos de Innovación Tecnológica 2015 del DITCo
Las fibras ultra finas podrían ser utilizadas para cubrir los alimentos, detener su deterioro nutricional y mejorar la salud de las personas
Estudiantes e investigadores de la Maestría en Ingeniería Química de la BUAP dieron un salto en la ciencia, al conseguir llevar a cabo dos procesos innovadores nunca antes vistos en México: la creación de nanofibras a partir de biopolímeros y la encapsulación de aceites esenciales para su uso en alimentos funcionales.
Jaime Andrés González Silva y Michelle Olguín, alumnos de la Maestría en Ingeniería Química de la BUAP, lograron obtener fibras poliméricas ultra finas capaces de almacenar nutrientes, las cuales al cubrir los alimentos conservan sus propiedades nutricionales, evitan su deterioro y mejoran la salud de las personas que los consumen.
“En muchas ocasiones, la comida pierde sus propiedades nutrimentales debido a que es sometida a diversos procesos industriales, o bien, porque pasa mucho tiempo en refrigeración. Por estas razones se buscaron nuevas opciones que brindaran la posibilidad de que cualquier objeto comestible, desde lácteos, carne, frutas o vegetales, mantuvieran sus características benéficas para el organismo del ser humano”, explicó Michelle Olguín.
Gracias a su extremada delgadez, equivalente a la mil millonésima parte de un metro, las fibras pueden ser incorporadas en los alimentos sin que se alteren sus funciones sensoriales, como sabor. Incluso, ayudarían a mejorar su textura, como por ejemplo un yogurt que obtendría una consistencia más cremosa, sin que el consumidor sienta partículas extrañas en su contenido, argumentó.
Creación de las nanofibras
Las nanofibras se obtuvieron a partir de alcohol polivinílico (PVA, por sus siglas en inglés), un biopolímero con propiedades aptas para ser consumido por las personas, sin riesgo alguno.
Al respecto, Jaime Andrés González detalló que el alcohol fue mezclado con agua y posteriormente suministrado a un equipo de electrospinning, también conocido como electrohilado, mediante una manguera que está conectada a una aguja. “Al aplicarle fuerzas de alto voltaje a la solución, logramos que se rompa su tensión superficial y así obtenemos lo que se conoce como el ‘Cono de Taylor´, que es un chorro de partículas que viajan a través de los campos eléctricos hasta un rodillo colector. De esta manera obtenemos las fibras”.
Una característica de este trabajo es que el equipo para producir los campos eléctricos fue diseñado por los mismos alumnos de la Maestría en Ingeniería Química, quienes estudiaron detalladamente el método para poder obtener los velos ultra finos.
Sin embargo, no se detuvieron con este logro, buscaron ir más allá. “Una vez que obtuvimos las nanofibras, el siguiente paso fue que dentro de cada una pudiéramos encapsular muestras de aceite de oliva, lo que nos brindaría la posibilidad de integrar antioxidantes, nutrientes, vitaminas y minerales.
“Lo primero que hicimos fue mezclar el alcohol polivinílico con el aceite hasta que se convirtiera en una sustancia homogénea. Luego, la emulsión fue sometida al mismo proceso de electrohilado y al final obtuvimos fibras que en su interior contenían burbujas de aceite de tamaño nanométrico”, indicó.
Hacia adelante…
Con el producto logrado: nanofibras con encapsulación de aceite de oliva de diferentes tamaño y grosor, a continuación prevén aplicarlo en ciertos alimentos como el aguacate, debido a la cantidad de reacciones enzimáticas que tiene y a su rápido proceso de oxidación.
Para los estudiantes, este desarrollo representa el primer paso, de muchos otros retos. A continuación, refieren, trabajarán para obtener nuevas fibras a partir de otro tipo de biopolímeros, como la grenetina, y buscarán encapsular alfa-tocoferol, un antioxidante de origen natural también conocido como vitamina E.
“Las nanofibras que tengan en su interior cápsulas de vitamina E podrían ser utilizadas en frutas y cítricos, como la naranja que comienza a perder su valor nutrimental a partir de que se parte, por lo que al momento de beber su jugo, en lugar de vitaminas, lo que se ingiere es azúcar”, comentó Olguín Fuentes.
Ambos estudiantes son becarios de Conacyt y su trabajo, denominado “Obtención de nanofibras con antioxidantes encapsulados en gelatina por la técnica de electrospinning”, en el cual fueron asesorados por las doctoras Verónica y Claudia Santacruz Vázquez, del Laboratorio de Alimentos de la Facultad de Ingeniería Química, forma parte de los Proyectos de Innovación Tecnológica 2015, de la Dirección de Innovación y Transferencia de Conocimiento (DITCo) de la BUAP.