El tamaño del miedo.
Coincido y en mucho con el diputado federal del Partido Revolucionario Institucional, Enrique Doger Guerrero, en que la aprobación de la reforma electoral donde hace casi imposible la incursión de un candidato independiente, es el tamaño del miedo que tiene el gobernador del Estado, Rafael Moreno Valle Rosas y legisladores del Partido Acción Nacional de la quincuagésima novena legislatura por enfrentar a la sociedad en la elección 2016.
Aunque quiero ser optimista y reconocer que el ciudadano que logre alcanzar los estándares tan altos impuestos -por los esbirros del gobernador- el sábado pasado, no será hasta la elección de 2018 que concrete los mecanismos adecuados para alcanzar las poco más de cien mil firmas y estas ser ratificadas por los propios ciudadanos ante el OPLE correspondiente.
La historia o epíteto que comienza escribírsele a Rafael Moreno Valle Rosas no es nada halagador.
Dejará casa Puebla cargando a sus espaldas una de las administraciones más opresoras que se tenga memoria. Un alto número de presos políticos, con obras de ornato que en nada sirven al desarrollo de los poblanos manteniendo a poco más de 3 millones en pobreza, expropiación del servicio del agua potable, la Ley Bala que le marcó para siempre luego de la muerte del pequeño José Luis Tehuatle Tamayo, los altos mandos de la Seguridad inmersos en robo de hidrocarburo, que a la postre costó la cabeza de su secretario de Seguridad, Facundo Rosas Rosas y lo que se acumule luego de lo antidemocrático que se vio al tratar de impedir por todas las vías que un ciudadano independiente pueda llegar a Casa Puebla.
Moreno Valle Rosas con esas cartas credenciales aún tendrá la intención de ir a gobernar al país, quizá sí, pero con la salvedad que la ciudadanía se la cobrará en el 2016 al derrotar –se los anticipo- a su gallo para gobernador, el actual presidente municipal, Antonio Gali Fayad y posteriormente llegará a ser el candidato del PAN a la presidencia de la república, pero eso a que la gane, lo dudo.
Se los firmo.
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Las golondrinas al Partido del Trabajo.
Como lo adelantamos hace un par de meses, el Partido del Trabajo en Puebla, se encuentra bajo la supervisión y fiscalización del personal de la contraloría del Instituto Nacional Electoral, teniendo en su poder, cuentas bancarias, muebles e inmuebles, automóviles y todo lo referente en la operatividad de este instituto político.
Luego de que el INE confirmara su desaparición, el PT poblano, ya busca acercamiento con el Partido Revolucionario Institucional, que es el único aliado que le puede ayudar a regresar a reactivarse como tal.
Los petistas comienzan a despedirse de sus canonjías que durante años los posesionó como un partido satélite que los mismo ayudó al PAN que al PRI y al mejor postor. Lo cierto es que, Mariano Hernández Reyes, Zeferino Martínez Rodríguez, Alfonso Rodríguez Periañez, Sergio Téllez Orozco, se quedan con una mano atrás y otra adelante.
Requiem para los petistas.