“De K seguridad hablas Moreno Valle: clamor de ONG´S ante feminicidios

No fueron muchas. Tan solo un puñado de valientes mujeres que reclaman al gobierno de Rafael Moreno Valle “seguridad para las poblanas” y “que no mientas más” por los más de 280 feminicidios de 2010 a la fecha.

Seis ataúdes, flores y una veintena de mujeres agraviabas por la falta de sensibilidad del gobierno panista, fueron suficientes para “alzar la voz” y exigir “Justicia” ante la ola de feminicidios y desapariciones en Puebla.

Las féminas activistas en su trayecto al zócalo capitalino –gritando “No queremos ser un estado de violencia” y “Justicia para Paulina Camargo”– condenaron el silencio de las autoridades que se rehúsan a activar la Alerta de Género o Protocolo Alba.

El pequeño contingente portando pancartas que expresaban “¡No! Moreno Valle ¡No! Mientas más”, “Las poblanas te exigimos seguridad”, “Keremos justicia para nuestras desaparecidas”, reprochaban que en Puebla se siga matando a mujeres ante la omisión de los responsables de la seguridad que solo se dedican a “fabricar” culpables, a base de tortura y a quienes obligan a culparse del feminicidio.

Las ciudadanas inconformes con la violencia de género que se vive en la entidad, depositaron los seis ataúdes a la entrada de Palacio Municipal, como evidencia de la ola de feminicidios que el gobierno de Rafael Moreno Valle trata de ocultar y encubrir porque ya son demasiados.

Ante el grito de “ni una desaparecida más en Puebla” y “Ni una Muerta más”, las activistas solicitarán por escrito y entregarán los expedientes de cada caso, a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, para que emita una recomendación y exija a las autoridades mexicanas la habilitación del mecanismo.

El primer estado del país donde se activó el Protocolo Alba fue en Ciudad Juárez, Chihuahua, y de acuerdo al consultor de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y ex titular de la SEIDO de la Procuraduría General de la República (PGR), Samuel González Ruiz, los casos de feminicidios en Puebla presentan un patrón similar a los sucedidos en Ciudad Juárez, Chihuahua, en la década de los 90.