Tras el despreciable suceso acaecido el 19 de julio del 2014 en la población de San Bernandino Chalchihuapan durante el violento desalojo de pobladores y que marcó la vida dela indígena Elia Tamayo ante la pérdida de la vida de su pequeño vástago, José Luis Tehuatlie, hoy sigue sin tener la “Justicia” anhelada.
Policías supuestamente sentenciados que nunca han pisado la cárcel y exonerados por una Fiscalía estatal afín al gobierno del estado de Rafael Moreno Valle, recomendaciones de la Comisión de Derechos Humanos incumplidas, son algunos de los reclamos de la Sra. de Chalchihuapan, Elia Tamayo.
Nada cambia -sólo el suéter rosa de Elia Tamayo, sustituido por uno casi blanco-para ella todo sigue igual .Dos años de embestida violenta gubernamental en su contra, acusada del crimen de su propio hijo por llevarlo a una inconformidad social derivada de la política equivocada del gobierno estatal.
Su mirada apunta, su voz dispara, “solo exige Justicia”. Una justicia negada por un mandatario de un perfil opuesto a las demandas de una población vulnerable que exigía la devolución de servicios civiles y que dieron en el lastre gubernamental ante la pérdida de una vida infantil que acompañara al ejecutivo como una sombra por el resto de su trayectoria.
Dos años de lucha por la brutal represión en la vía rápida Atlixcayolt y donde la voz de Elia Tamayo no se apaga a pesar del abandono de falsos líderes y profetas que usaron su tragedia para embolsarse intereses políticos.
A dos años de la muerte del único varón dela familia Tehuatie Tamayo, el semblante de doña Elia Tamayo continúa firme, su tez morena marcada por lágrimas de impotencia y sufrimiento no cejan en su batallar cotidiano en busca de una respuesta a su plegaria “Justicia “.
Su mirada a veces perdida -como buscando en el infinito una respuesta a sus gritos ahogados por el dolor- y sus gestos temidos, no son obstáculos para que esta madre reclame abiertamente al Ejecutivo del Estado su falta de responsabilidad en el sangriento suceso del 19 de julio del 2014, acusando que tres años de sentencia para los policías responsables no es suficiente a la vez de cuestionar el paradero del operador principal de la represión en Chalchihuapan-Facundo Rosas-.
Su voz es firme, sin titubeos, se puede escuchar fuerte a pesar del tránsito de vehículos en esa esquina de la capital poblana .Sí, sonora para que se perciba llamando la atención de los propios parroquianos que se detienen expectantes y espectadores ante la exigencia de una madre que con la voz entrecortada tratando de contener el llanto demanda “Justicia” y pide “de todo corazón” la liberación del presidente auxiliar de Chalchihuapan, Javier Montes-quien podría alcanzar una sentencia de hasta 30 años de cárcel por negarse a entregar el registro civil de la comunidad y defender los derechos de los pobladores -.
Al hablar de lo ocurrido hace dos años, la mirada de Elia Tamayo se percibe extraviada, como si se desprendiera del presente para revivir una y otra vez la trágica muerte que tuvo su hijo; y de pronto el dolor se refleja en su rostro, en su voz, en sus movimientos, en sus manos que hablan en silencio rompiendo el entorno invisible en todo su ser.
El dolor no acaba en estos dos años para esta mujer de rasgos indígenas que sentencia que no aceptara ningún pago del ningún pago del gobierno del estado, enfatiza que Rafael Moreno Valle, no ha cumplido con su responsabilidad en el caso, y señala con un dedo acusador al principal responsable al impulsar la ley bala .
La voz de Elia Tamayo seguirá retumbando en todos los rincones del gobierno panista de Rafael Moreno Valle hasta encontrar respuestas: “Yo le digo señor gobernador, ¿dónde escondió a Facundo Rosas?, no se vale lo que estamos viviendo, inocentes encarcelados cuando los criminales están sueltos”. Sí ella quiere “Justicia”.